En esta ocasión el motivo principal que nos llevó hasta la ciudad de Santarém fue un concierto de música reggae dentro de la Feria Nacional de Agricultura.
Lo único que sabíamos antes de llegar es que fue el presidente de la República a la inauguración y que había animales.
Lo único que sabíamos antes de llegar es que fue el presidente de la República a la inauguración y que había animales.
Lo primero que vimos nada más entrar fueron cerdos, cerdos marrones y cerdos rositas con manchas negras. Dos tipos de cerdos típicos de Portugal, de la zona del Alentejo y del Ribatejo. Nosotros nunca habíamos visto cerdos tan grandes. Hubo un momento que los marrones se pusieron a dos patas apoyados en las barandillas y gruñían como si hubiesen visto una película de miedo. Lucas pudo acariciar a una pequeñas crias, pero en cuanto la madre se giró ¡menudo susto! Porque de verdad, eran enormes aquellos cerditos.
Después entramos en el salón donde se podía degustar infinidad de productos, como aceite de oliva, vino, fruta, embutidos, dulces, etc. y mientras podías informarte sobre actividades turísticas. Había hasta un stand de MC Donalds y otro de Pingo Doce, una cadena de supermercados. Increíble. En el otro salón había una muestra de materiales para la construcción y más cosas que no llamaron nuestra atención.
Lo que sí nos impresionó fue la extensión de aquel recinto. Además de los edificios cerrados, el terreno se extendía y la vista no alcanzaba a ver el final. A lo lejos intuiamos las atracciones de feria por su música y colores brillantes que destelleaban. Hasta llegar a los escenarios cruzamos por una zona repleta de tractores y maquinaria para trabajar el campo. Al lado había caballos y muy cerquita dos pasillos llenos de restaurantes.
poco más apartado estaba una miniplacita de toros, en la que un grupo de adolescentes practicaban lo que aquí se denomina forcados. Ocho chavales se ponían en fila del cara a la vaquilla con el objetivo de inmobilizarla mientras uno de los muchachos le estira del rabo. Aquí en las fotos se puede apreciar. Yo nunca lo había visto, y no salía de mi asombro. El primero de la fila recibe el golpe en todo el pecho o costillas, según lo coja. Para añadirle emoción al tema el primero debe ponerse un gorrito en la cabeza justo cuando la vaquilla se enfila para envestirle.
Seguimos explorando el terreno. Vimos loros, ninfas, agapornis, periquitos, gallinas, gallos, conejos, chinchillas, hamsters y un montón de animalitos pequeños metidos en jaulas armando un barullo increíble.
De estos animales pequeños pasamos a ver vacas, terneras y toros, algunos de ellos con dimensiones también impresionantes. En la foto de abajo se me ve al lado de una súper vaca. Creo que nunca habíamos estado tan cerca de estos animales, incluso los podías tocar. Yo no me atreví pero a Lucas una vaca enorme le babeó toda la mano. Algunos de ellos estaban dentro de una parcela rodeado por unas rejas, pero otros sólo estaban atados con una cuerda a unos barrotes. La verdad es que estaba todos muy tranquilos para estar todo el día rodeados de personas, con música y jaleo.
Que carita de bueno tengo con este flequillo rizado |
De repente nos llegó un olorcito a queso de cabra riquísimo y es que estábamos al lado de un montón de cabras de diferentes razas.
También había un área textil pero por ahí no pasamos.
Mientras cenábamos en uno de los escenarios actuaba un grupo de Sevilla, Kom K de Kompás. Por fin, llegó Toni y nos acompañó en la cena. Al poco rato llegó António con su primo. A David ya lo habíamos visto antes, así que ya estábamos todos y el concierto estaba a punto de empezar.
Actuaba Richie Campbell, un cantante portugués de reggae. Disfrutamos mucho del concierto, la música era buena y el chico canta muy bien.
Después del concierto empezaba otro tipo de espectáculo. Una mezcla de corrida de toros y "bous la carrer" que comenzó con una especie de encierro. El espacio para torear era rectangular y largo. De repente dividieron el espacio por la mitad quedando dos terrenos para torear. A un lado, como se aprecia en la foto había gradas, pero en el lado que estábamos nosotros lo que nos separaba del toro eran unas barreras aparentemente bastante frágiles.
De aquí nos fuimos alegres, impresionados, entusiasmados y con un recuerdo muy bonito por todo lo que vimos y aprendimos.
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