Era mediados de febrero cuando nos acercamos a São Martinho do Porto, un pueblecito costero con mucho encanto. Lo característico de esta población es su bahía en forma de concha abierta al océano por apenas 250 metros. Esta particularidad hace que las olas entren en la bahía de forma suave y que la temperatura del agua sea un pelín más elevada que en el resto de playas de esa zona.
Afortunadamente, a este lugar aún no ha llegado la construcción masiva y destructiva. Salvo dos torres de apartamentos, el resto de edificios son casas bajas y más o menos mantienen la estética típica de los pueblos marineros.
Otra curiosidad de este lugar es la inmensa duna que se ve en la parte izquierda de la foto de arriba. ¡¡¡Entran unas ganas de estar arriba y tirarte al estilo croqueta increíbles!!!
Fueron muchas las veces que recorrimos su paseo, subimos al mirador y nos acercamos al embarcadero. Sin embargo, de lo que realmente queríamos era que llegase el verano para poder disfrutar de su extensa playa. Y llegó el día. Un día estupendo y en el que pudimos permanecer en aguas atlánticas más de cinco minutos sin miedo a una hipotérmia. ¡Genial!
La playa tenía un montón de casetas para refugiarte del sol, del viento y de la arena, un gran invento que nos permitió comer esta estupenda paella valenciana. ¡Qué arte!
Esto sí que es comer paella a beira mar
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